11 marzo, 2008

Liberalizar la información


Cita Enrique Dans en su blog un artículo aparecido en The Wall Street Journal titulado “Information Liberation” en el que recoge que el Congreso norteamericano ha ordenado que a partir del 7 de Abril próximo todas las investigaciones que hayan sido financiadas, total o parcialmente, con fondos del National Institute of Nealth, es decir con recursos públicos, estén disponibles en la red a disposición de cualquier usuario de la misma. Bendita iniciativa que supone un precedente para “desencastillar” –perdón por el palabro- a la casta elito-científico-académica de buena parte del planeta, pero muy especialmente de nuestra piel de toro. Bueno, no a toda, ya que excepciones haylas, sino más bien a los pseudo-elito-científico-académicos, que viven del cuento o de las rentas de otros.

De esta manera se quiebra esa versión gremial, iniciática y masónica de muchos pretendidos investigadores, profesores que viven en su círculo de tiza caucasiano, herméticos a cualquier confrontación pública, abierta y libre de su producción intelectual o pretendidamente intelectual. En el mejor de los casos debaten entre ellos desde sus cavernas, con medios incluso no muy lejanos del papel, salvaguardado por 20 lacres y mensajeros de confianza. Todavía medioevo en estado casi puro.

Y, en otro orden de cosas, qué decir de esos organismos públicos, léase Universidades, Banco de España, servicios de estudios de entidades financieras, revistas técnicas, etc que desde hace algunos años publican todos sus “papeles”, documentos de trabajo y ponencias en lengua inglesa y sólo inglesa. No negamos que el inglés es hoy día la lengua tecnológica y científica internacional pero nada impide que en el caso de España, al menos aquellos estudios o trabajos que hayan sido sufragados con dinero público sean publicados en español y luego, además, en las lenguas que sea menester –inglés, croata o tagalo-. El contribuyente tiene derecho a acceder al patrimonio cultural y científico producido en su país en su lengua oficial. No vaya a ocurrir que el mundo universitario y científico –universal en su etimología- caiga, sin ir más lejos, en el talibanismo catalanista en que un niño se vea privado de estudiar en español o un empresario de rotular en castellano en Cataluña pero sí en cualquier otra lengua que le venga en gana. Otro día hablaremos de liberalizar el conocimiento pero, mientras, no estaría mal que más de uno liberalizara sus neuronas nacionalistas.

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